A continuación, reproduzco un artículo publicado en el Diario de la República Constitucional (edición del 19-10-08), y que acaba de aparecer también como carta de en La Opinión de Tenerife:
OSTRACISMO
En la antigua Grecia, se puso en práctica la condena por ostracismo para luchar contra las tiranías. Los políticos que traicionaban la democracia ateniense se enfrentaban a la posibilidad de ser desterrados durante diez años, y se utilizaba para proteger el sistema político de las personas que trataban de medrar aprovechándose del mismo.
Los partidos políticos de nuestro país están endeudados con la banca privada en varios millones de euros. En concreto, según el informe del Tribunal de Cuentas correspondiente a los estados contables de los partidos políticos en 2005, la deuda del PSOE ascendía a más de 61 millones de euros, la del PP a más de 15 millones, las del PNV y CiU a más de 14, la de IU a más de 13.
Las recientes medidas adoptadas por los partidos políticos para afrontar la crisis en nuestro país incluyen fuertes inyecciones monetarias a las entidades bancarias. O lo que es lo mismo, pagar con dinero público los errores de entes privados. Me pregunto por qué esas mismas entidades no repartieron también sus beneficios con los ciudadanos del mismo modo que nos reparten ahora sus pérdidas.
Si los partidos políticos fueran realmente representativos de la sociedad civil, jamás se atreverían a cometer la tropelía de cubrir las pérdidas de particulares con el dinero de sus representados y sin recibir ninguna contrapartida.
Pero en esta partitocracia donde los partidos se han convertido en órganos estatales que sólo se representan a sí mismos, lo único que se puede esperar es que sirvan fielmente a sus verdaderos propietarios: la oligarquía financiera. Quizá sea muy mal pensado al elucubrar con la posibilidad de que esas entidades financieras, en agradecimiento por la inyección de capital, condonarán parte de la deuda que algunos de estos partidos mantienen con ellas.
Mientras tanto, el ciudadano de a pie seguirá condenado al ostracismo político y económico al que lo tienen sometido los partidos estatales, para defenderse de la libertad política que los desterraría definitivamente de la tiranía que ejercen desde el Estado.
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