domingo, 16 de septiembre de 2007

Interruptus I: Virus mentales

Un pequeño cambio. No es fácil preparar varias tiras cómicas a lo largo de la semana para colgarlas, por lo que voy a introducir una modificación en el blog: intercalaré entradas de texto con las viñetas, o viceversa. Voy a intentar dejar las viñetas para tratar los mismos temas, y en las entradas de texto incluiré otras cosas, comenzando por esta primera sobre virus mentales.

Hace poco retomé mi curiosidad por la memética y todo lo relacionado con los memes, así que, además de encargar un buen libro sobre el tema, estuve buscando información y leyendo por la red. Y me topé, entre otras cosas, con un magnífico artículo de Richard Dawkins (el del Gen Egoista) que da título a esta entrada: "Viruses of the mind". Es un trabajo antiguo, de 1991, pero me sorprendió su actualidad. La tesis principal es que, al igual que ocurre con los genes y los organismos vivos, nuestro cerebro actúa como una máquina para la transmisión de memes, de forma similar a como lo hacen los ordenadores, los libros y cualquier otro dispositivo que pueda almacenar y transmitir información. Pero al igual que ocurre con los ordenadores, no toda la información que se transmite y/o almacena es útil para el receptáculo (nuestro cerebro). A veces incluso puede ser dañina. Como los virus informáticos.

A lo largo del trabajo hace varias comparaciones y pone ejemplos de todo esto, y explica cómo estos virus mentales pueden estudiarse perfectamente en términos epidemiológicos. Pero lo que me resultó más divertido es que desarrolla cómo un hipotético texto médico describiría la sintomatología de una persona infectada por virus mentales:

1. El paciente se ve impulsado por una profunda, íntima convicción de que algo es cierto, o correcto, o virtuoso: una convicción que no responde a la evidencia o al razonamiento, pero que él encuentra totalmente convincente e indiscutible. Los doctores nos referimos a dicha creencia como "fe".

[...]

2. Los pacientes consideran una virtud positiva de la fe que sea fuerte e inquebrantable, a pesar de que no esté basada en ninguna evidencia. De hecho, pueden sentir que cuanto menos evidencia existe, más virtuosa es la creencia.

[...]

3. Un sintoma relacionado, que puede presentar un afectado por la fe, es la convicción de que el "misterio", por sí mismo, es algo bueno. No es una virtud resolver misterios. Debemos disfrutarlos, incluso regocijarnos con su insolubilidad.

[...]

4. El afectado puede comportarse de forma intolerante hacia vectores de fe rivales, en casos extremos incluso matándolos o invocando sus muertes. Puede ser igualmente violento en su disposición hacia apóstatas [...] o herejes [...]. También puede sentir hostilidad hacia otras formas de pensamiento que no sean potencialmente amigables con su fe, como el método de razonamiento científico que puede actuar como un fragmento de software anti-viral.

[...]

5. El paciente puede notar que sus convicciones particulares, aunque no tienen nada que ver con la evidencia, parecen tener una gran tendencia a la epidemiología. ¿Por qué, podría preguntarse, tengo este grupo de convicciones en vez de aquél otro? ¿Es porque observé todas las fes del mundo y elegí aquella que parecía más convincente? Casi seguro que no. Si tienes fe, es estadísticamente abrumador que será la misma que la de tus padres y abuelos. [...] Epidemiología, no evidencia.

6. Si el paciente es una de las raras excepciones que sigue una religión distinta a la de sus padres, la explicación aún puede ser epidemiológica. Es posible que desapasionadamente estudiara todas las fes del mundo y eligiera la más convincente. Pero estadísticamente es más probable que haya sido expuesto a un agente infectivo particularmente potente - un
John Wesley, Jim Jones o San Pablo. Aquí hablamos de transmisión horizontal, como en el sarampión. [...]

7. La sensaciones internas del paciente pueden ser espantosamente reminiscentes a aquellas asociadas más ordinariamente con el sexo. Esta es una fuerza extremadamente potente en el cerebro, y no es sorprendente que algunos virus hayan evolucionado para explotarla. Las famosas visiones orgásmicas de
Santa Teresa de Jesús son demasiado notorias como para tener que citarlas otra vez. [...]

Y ahora, os dejo para que examinéis los cerebros de los alrededores, a ver si encontráis alguno sano...

4 comentarios:

Abdul Alhazred dijo...

Qué puntazo :D:D:D Me ha hecho gracia, sí señor. Y ahora están dando Matrix por la tele. ¿Qué clase de coincidencia es ésta? ¿Dónde está Neo?
Veo que el único al que profeso fe, El Gran Cthulhu, ha llegado a tí también. Acógelo en su seno, y el te acogerá en sus tentáculos y posteriormente en su estómago. ;)

Anónimo dijo...

no eran spaguetti o fideos?

(y no tentáculos)

Anónimo dijo...

Como uno sigue buscando razonamientos en contra de la teoría de que el ser humano es SOLAMENTE química, se encuentra con resultados que confirman eso de que sólo somos enlaces (químicos). Se ha comprobado que la dopamina facilita y potencia tanto las sensaciones positivas como el hecho de creer en patrones donde no los hay o explicaciones trascendentes. El entorno colaborará algo (puesto que también es químico) pero con un chute de dopamina seguramente podrás creer en dios o en el gran Tulú Lotrec.
Lo mismo pasa con los "memes". Parece que se se trata de "algo" distinto a la química pero al fin y al cabo son combinaciones dopamínicas compartidas.

Por otro lado alabo la decisión de mezclar texto y tiras, porque veía que el ritmo que llevabas te iba a acabar friendo el paint y las neuronas. Y además porque por fin explicas lo de los memes que hay que romper.

Un saludo.

El que firma los anónimos

Rompememes dijo...

Je, cómo se nota que leemos Microsiervos, ¿eh, anónimo firmante? Esa noticia la comentaba yo en mi casa hace algunos días. Por cierto, estoy esperando un artículo de Hofstadter sobre memes y estructuras autoreplicantes que escribió en los ochenta en Scientific American. Cuando lo consiga te lo paso si te interesa (que no todo ha de ser GEB).