(NOTA: Debido a una distorsión espaciotemporal acaecida en mis cercanías, el tiempo parece fluir más rápido últimamente, por lo que hasta que solucione el problema, me va a costar más trabajo actualizar el blog, y sobre todo preparar las tiras cómicas. Así pues, os pido paciencia y que no me abandonéis, para que pueda seguir infectandoos con mis memes. Espero volver a recuperar el ritmo para el mes que viene).
En la entrada anterior, comenté el trabajo de Benjamin Libet que ponía en duda la necesidad de nuestro cerebro de recurrir al "yo" para actuar. Mientras espero la intervención de algún neurocirujano en el blog, voy a continuar tratando sobre este tema, sobre "yo".
Por si a alguien no le ha quedado claro, el experimento de Libet implica que lo que conocemos como "libre albedrío" no existe. O al menos, no como lo hemos concebido hasta el momento. Si mi cerebro comienza a actuar antes de que mi "yo" consciente tome la decisión de hacerlo, entonces "yo" no he podido decidir sobre si actuaba o no. ¿Acaso la decisión ha sido tomada anteriormente por una especie de "yo" inconsciente? Si es así, eso significa que no tenemos control sobre nuestras decisiones, al menos un control consciente como creemos desde que tomamos "conciencia" de nosotros mismos. Pero entonces, ¿para qué existe el "yo"? ¿Por qué esa ilusión? Aquí podéis intentar buscar vuestras propias respuestas, pero la memética tiene una: el "yo" existe para ayudar a la transmisión de memes.
Los memes pueden transmitirse de forma individual, al igual que los genes, pero es mejor la estrategia de grupo, también al igual que los genes. Esto significa que los memes tienen mayores probabilidades de transmitirse si se agrupan en complejos meméticos, denominados memeplexes, que se apoyan entre sí para facilitar su selección y transmisión. Así, las religiones son ejemplos clásicos de memeplexes. Puesto que existe una competencia feroz entre memes para anidar en nuestros cerebros y poder transmitirse a otros para seguir multiplicándose, y la capacidad de nuestro cerebro es limitada, sólo algunos de ellos consiguen su objetivo. Y asociarse en grupos que se complementen y apoyen es una ventaja. ¿Y qué tiene esto que ver con el "yo"? Pues que el "yo", lo que soy, lo que parece que está ubicado justo detrás de mis ojos, es una constucción memética, el memeplex definitivo (como dice Susan Blackmore).
Y es que no hay mayor ventaja para un meme, que toda una estructura viva y compleja dedicada a su transmisión. Creo que no es necesario explicar los beneficios que obtienen los memes, sobre todo determinados grupos de ellos, cuando nosotros, nuestro "yo" consciente, se interesa en su asimilación y transmisión. Ese "yo" puede estar dispuesto a sacrificar incluso su vida (o la de otros) en aras de la transmisión de determinados memes. Un "yo" que se ha ido "configurando" a lo largo del crecimiento de cada persona en función no sólo de su base genética, sino de todos los memes que ha ido incorporando a lo largo de su existencia, y que determinará la "disposición" de esa persona a infectarse y transmitir unos memes u otros. ¿No os parece que la educación toma así un papel mucho más importante de lo que ya tenía?
miércoles, 14 de noviembre de 2007
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