UNA PERSONA, X VOTOS
Sea la siguiente ecuación:
[1] P = V · X
donde P es el número de votantes de una circunscripción electoral, V es el valor de sus votos en unas elecciones, y X es un factor de corrección.
Si asumimos que el voto de cada persona vale lo mismo, lo cual es condición indispensable para la representatividad y, por consiguiente, para la democracia formal, el valor del factor de corrección X es la unidad, y la ecuación se puede simplificar a:
[2] P = V · 1 = V
De aquí se extrae el siguiente corolario: “En un sistema representativo, el valor del voto de cada persona es la unidad”. O lo que es lo mismo: “una persona, un voto”.
Para validar si un sistema es representativo, y por tanto, cumple una de las condiciones básicas de la democracia formal, la ecuación anterior [2] debe ser verdadera (y X=1). Apliquemos, pues, esta sencilla fórmula a los resultados de las recientes elecciones. Tomaremos tres circunscripciones y nos fijaremos en tres partidos. Ahora calcularemos el número de votos que ha necesitado cada uno de ellos para conseguir un diputado en su correspondiente circunscripción, algo tan sencillo como dividir el número de votos por el número de diputados obtenidos. En los ejemplos seleccionados, los resultados son (Figura A):
El valor de X (Figura B) se puede calcular de una forma simple dividiendo el mayor número de votos/diputado (en este caso IU en Madrid) por todos los demás valores. Así podemos ver que para cada uno de los votantes de IU se cumple exactamente la regla de un voto por persona. Pero ¿qué ha ocurrido en los demás casos? Un votante de otro partido (PSOE) en la misma circunscripción ve aumentado el valor de su voto en 1’78 veces. El voto de un elector también cambia de valor según la circunscripción en la que se encuentre, aunque vote al mismo partido. Así, un voto para el PSOE en Madrid tiene menos valor que si el elector fuera cordobés. Y si se consideran ambas variables (partido y circunscripción) el valor del voto puede llegar a ser hasta más de dos veces y media superior (IU en Madrid y PSOE en Córdoba).
Por tanto, nuestro sistema electoral no cumple el corolario derivado de [2], por lo que el valor del voto de cada persona se ve incrementado o disminuido en función del partido al que vote y la circunscripción electoral a la que pertenezca. O lo que es lo mismo: “una persona, X votos”.
Por tanto, nuestro sistema electoral no cumple el corolario derivado de [2], por lo que el valor del voto de cada persona se ve incrementado o disminuido en función del partido al que vote y la circunscripción electoral a la que pertenezca. O lo que es lo mismo: “una persona, X votos”.
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